Este problema se caracteriza porque una vez iniciada la estimulación sexual de la mujer, bien sola o bien en pareja, no se produce ninguno de los cambios fisiológicos ocurridos típicamente en la fase de excitación sexual (lubricación, tumefacción vaginal, tensión muscular, aumento del ritmo cardiaco y respiratorio, etc.). Tampoco aparecen o son reducidas las sensaciones subjetivas de placer asociadas, genitales y no genitales.

El DSM-5TM (APA, 2013) ha combinado, para las mujeres, en un único trastorno sexual los trastornos del deseo sexual y de la excitación sexual. Define el trastorno del interés/excitación sexual femenino cuando se cumplen los siguientes criterios. Nota: en el Criterio A, las tres primeras manifestaciones corresponden al deseo sexual y las tres últimas a la excitación sexual:

A. Ausencia o reducción significativa del interés/excitación sexual femenina, que se manifiesta por lo menos por una de las tres siguientes (del 4 al 6 para la excitación sexual):

1. Interés ausente o reducido en la actividad sexual.

2. Fantasías o pensamientos sexuales o eróticos ausentes o reducidos.

3. Inicio reducido o ausente de la actividad sexual y habitualmente no receptiva a los intentos de la pareja por iniciarla.

4. Excitación o placer sexual ausente o reducido durante la actividad sexual en casi todas o todas las ocasiones (aproximadamente 75%-100%) de la actividad sexual en pareja (en situaciones y contextos concretos o, si es generalizada, en todos los contextos).

5. Excitación o placer sexual ausente o reducido en respuesta a cualquier invitación sexual o erótica, interna o externa (p. ej., escrita, verbal, visual).

6. Sensaciones genitales o no genitales ausentes o reducidas durante la actividad sexual en casi todas o todas las ocasiones (aproximadamente 75%- 100%) de la actividad sexual en pareja (en situaciones y contextos concretos o, si es generalizada, en todos los contextos).

B. Los síntomas del Criterio A han persistido durante unos seis meses como mínimo.

C. Los síntomas del Criterio A provocan un malestar clínicamente significativo en el individuo.

D. La disfunción sexual no se explica mejor por un trastorno mental no sexual o como consecuencia de una alteración grave de la relación (p. ej., violencia de género) u otros factores estresantes significativos, y no se puede atribuir a los efectos de una sustancia/medicación o a otra afección médica. Hay que especificar si es de por vida o adquirido y si es generalizado o situacional. Además, hay que especificar la gravedad actual: leve, moderado o grave. Estos criterios son prácticamente iguales a los propuestos por la clasificación internacional de enfermedades (CIE-10), salvando que en este sistema clasificatorio el trastorno de excitación se denomina “Fracaso de la respuesta genital” y establece un criterio temporal con una duración mínima de los síntomas de seis meses.

Suele ser muy frecuente encontrar esta disfunción sexual simultáneamente asociada a la falta de deseo sexual. Asimismo, La mujer al no experimentar los niveles de excitación sexual necesarios no logra tener el orgasmo. Este hecho ocasiona que se tienda a subestimar la tasa de prevalencia del trastorno de excitación en la mujer. La mujer que sufre este trastorno puede tener poca o nula sensación subjetiva de excitación sexual y el trastorno puede provocar dolor durante el coito, evitación sexual y alteraciones de las relaciones sexuales y de pareja.

Es frecuente que la falta de excitación sexual aparezca después del parto o cuando se inicia la menopausia; siendo en estos dos casos los cambios hormonales, que se producen, los responsables. Se ha demostrado que la alteración en los niveles de testosterona, estrógenos, prolactina y tiroxina están relacionados con esta disfunción sexual. La toma de medicamentos con propiedades anticolinérgicas o antihistamínicas producen una reducción de la lubricación vaginal, por lo que el coito se torna doloroso o desagradable. En cuanto a los factores de tipo psicológico, está bien establecido el papel que desempeñan en la etiología de esta clase de trastorno sexual. Factores como el desconocimiento del propio funcionamiento sexual, la inhibición asociada a la vergüenza, el ambiente antierótico o la mala relación de la pareja, son factores conocidos que pueden influir en la respuesta de excitación sexual de la mujer. Está bien establecido que los dos factores psicológicos que con más frecuencia mantienen este trastorno sexual, son el temor anticipatorio ante un nuevo fracaso sexual y la ansiedad por el buen rendimiento. Haya gran variabilidad en cuanto al período del ciclo menstrual en el que las mujeres refieren un descenso en su nivel de excitación; así, algunas manifiestan presentar mayor excitación antes de la menstruación (Rosen y Rosen, 1981), pero otras identifican una excitación más adecuada durante la misma o coincidiendo con la ovulación.  

El procedimiento más recomendable es empezar por terapia educativa para dar a conocer el funcionamiento natural de la sexualidad y por reestructuración cognitiva para desmontar prejuicios e ideas distorsionadas, Introducción educativa.

 La mujer con trastorno de la excitación sexual no experimenta sensaciones eróticas ni placer sexual. No presenta señales de excitación fisiológica y, por ejemplo, su vagina permanece relativamente seca aunque sea estimulada por su compañero o tenga relaciones con él. Sus actitudes conscientes con respecto al sexo varían desde aborrecer la actividad sexual, sentirse neutral o incluso gozar del contacto físico. Las causas de la carencia de respuesta la mujer suelen deberse a albergar un conflicto inconsciente acerca de permitirse sentir placer sexual, tener profundos temores a sufrir traumas, resentimiento, miedo al rechazo si se “deja 40 llevar”, ansiedad por su desempeño, culpa erótica. La mujer no se concede sensaciones eróticas, no se abandona a la experiencia sexual.

La estrategia básica de tratamiento consiste en tratar de estructurar la situación sexual de modo que la mujer sea capaz de responder a estímulos sexuales adecuados y aumentados cuando se encuentra en un estado relajado, afectivo y libre de ansiedad. En estas condiciones, debe aprender a sensibilizarse con respecto a las sensaciones que ha reprimido defensivamente durante largo tiempo también conviene hacer ejercicios de los músculos pubococcígeos. La debilidad y el escaso empleo de estos músculos son un factor de la carencia de respuesta femenina. Esencialmente, las sensaciones propioceptivas de los músculos perivaginales son una fuente importante de las sensaciones eróticas y placenteras de la vagina. El orgasmo femenino consiste en la contracción de los músculos isquiocavernosos, bulbocavernosos y pubococcígeos.

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