El trastorno o disfunción orgásmica femenina, también llamado anorgasmia, se define según los criterios del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-5TM (APA, 2013) cuando se cumplen los siguientes criterios:

A. Por lo menos se tiene que experimentar uno de los síntomas siguientes en casi todas o todas las ocasiones (aproximadamente 75%-100%) de la actividad sexual (en situaciones y contextos concretos o, si es generalizada, en todos los contextos): 1. Retraso marcado, infrecuencia marcada o ausencia de orgasmo. 2. Reducción marcada de la intensidad de las sensaciones orgásmicas.

B. Los síntomas del Criterio A han persistido durante unos seis meses como mínimo.

C. Los síntomas del Criterio A provocan un malestar clínicamente significativo en el individuo.

D. La disfunción sexual no se explica mejor por un trastorno mental no sexual o como consecuencia de una alteración grave de la relación (p.ej., violencia de género) u otros factores estresantes significativos, y no se puede atribuir a los efectos de una sustancia/medicación o a otra afección médica. Hay que especificar si es de por vida o adquirido y si es generalizado o situacional. Además, hay que especificar la gravedad actual: leve, moderado o grave.

La CIE-10, a diferencia del DSM-5, establece un único cuadro diagnóstico para la disfunción orgásmica, aplicable tanto a hombres como a mujeres. Realmente se considera que existe anorgasmia cuando la mujer tiene incapacidad para lograr el orgasmo de alguna manera, ahora bien, las mujeres que consiguen el orgasmo de alguna manera, por ejemplo, mediante masturbación pero no lo consiguen en coito, no deben considerarse anorgásmicas, pues lo único que les ocurre es que tienen un cierto grado de inhibición sexual o una insuficiente estimulación sexual.

No existe un criterio absoluto para definir este tipo de disfunción. Mientras que algunas mujeres buscan conseguir el orgasmo en todas y cada una de las veces en que desarrollan actividades sexuales, otras, en cambio, simplemente buscan lograr determinados niveles de excitación sexual, e incluso, en otros casos, tan sólo el encontrarse emocionalmente cerca de su pareja durante la relación sexual.  En cuanto al tipo de demanda que realizan las mujeres sobre su problema orgásmico, tampoco es uniforme, sino que es variada. El trastorno del orgasmo de toda la vida, existe cuando la mujer nunca ha experimentado un orgasmo, sea cual sea el tipo de estimulación utilizado y aunque haya tenido distintas parejas sexuales. Otras mujeres consiguen el orgasmo pero sólo en determinadas situaciones o con determinados estímulos. En este apartado tenemos a las mujeres que consiguen el orgasmo solamente cuando se masturban ellas solas, no habiéndolo logrado nunca por medio de estimulación de su pareja. Otro grupo de mujeres, logran alcanzar el orgasmo a través de la estimulación manual u oral de su pareja, pero nunca parecen alcanzarlo durante el coito. También se da el caso de mujeres que sólo logran el orgasmo durante el coito, si durante el mismo reciben una ayuda adicional sobre el clítoris. Asimismo, el primer orgasmo se produce durante la adolescencia en el 50% de las mujeres. El incremento del potencial orgásmico en las mujeres de más de 35 años se ha explicado sobre la base de la disminución de las inhibiciones psicológicas, la mayor experiencia o la combinación de ambos factores. Para concluir con la variedad de consultas sobre el orgasmo, algunas mujeres acuden a terapia con la demanda de conseguir alcanzar varios orgasmos en sus relaciones sexuales. Complementariamente, es preciso tener en cuenta la considerable variedad encontrada entre las mujeres respecto al modo de responder ante estimulación erótica. Mientras que hay mujeres que responden con gran rapidez ante la estimulación y llegan a excitarse con mucha facilidad, otras, en cambio, necesitan mucha más intensidad y tiempo de estimulación. Algunas mujeres nunca llegan a alcanzar niveles altos de excitación sexual, quedándose en un punto a partir del cual no consiguen aumentar la misma, en cambio, otras mujeres sí que logran alcanzar un nivel elevado de excitación, pero les dura muy poco tiempo, por lo que tienen pocas probabilidades de lograr el orgasmo. Ante todas estas variantes encontradas, no nos queda más remedio que concluir, como hecho característico del orgasmo femenino, que no hay una causa simple y única que explique las dificultades orgásmicas de las mujeres. El trastorno orgásmico en la mujer puede alterar la imagen corporal, la autoestima o la satisfacción en las relaciones.

Son numerosos los factores psicológicos relacionados con el origen y el mantenimiento de la anorgasmia. Entre éstos cabe citar el miedo al embarazo, el rechazo hacia el compañero sexual, los sentimientos de culpa. Para algunas mujeres, el orgasmo equivale a una pérdida de control.

En la actualidad nadie duda del peso tan significativo que los estados emocionales parecen desempeñar en el logro de la propia satisfacción sexual. El estado emocional más estudiado en este sentido ha sido el estado de ansiedad puesto que este estado interfiere claramente con el estado mental requerido durante la respuesta sexual. El rol de espectador constituye sin ninguna duda otro de los factores emocionales negativos más frecuentemente relacionados con los problemas sexuales. La ignorancia sobre el funcionamiento del cuerpo humano y la información inadecuada sobre temas sexuales es un factor que se repite con mucha frecuencia. Un ambiente erótico restringido, una escasez de tiempo y de caricias, una comunicación insuficiente y problemas generales en la relación de la pareja, son otros de los factores que con más frecuencia nos encontramos.

El procedimiento más recomendable es empezar por terapia educativa para dar a conocer el funcionamiento normal de la sexualidad y por reestructuración cognitiva para desmontar prejuicios e ideas distorsionadas, en el caso de que las hubiera. Posteriormente se aplica la estrategia terapéutica más adecuada, en dependencia de las causas mantenedoras de la problemática.

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