Tras la introducción de Kaplan y Lief en 1977 del deseo o la apetencia por mantener relaciones sexuales como una fase más de la respuesta sexual humana observaron novedosamente que había personas que tenían un deseo sexual hipoactivo que influía negativamente en sus relaciones.

Esta respuesta de bajo está caracterizada por una reducción o ausencia de forma constante o recurrente de fantasías o pensamientos sexuales o eróticos y deseos de actividad sexual.

Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-5TM (APA, 2013) se define el deseo sexual hipoactivo en el varón cuando se cumplen los siguientes criterios:

A. Fantasías o pensamientos sexuales o eróticos y deseo de actividad sexual reducidos o ausentes de forma constante o recurrente. La evaluación de la deficiencia la hace el clínico, teniendo en cuenta factores que afectan a la actividad sexual, como la edad y los contextos generales y socioculturales de la vida del individuo.

B. Los síntomas del Criterio A han persistido durante unos seis meses como mínimo.

C. Los síntomas del Criterio A provocan un malestar clínicamente significativo en el individuo.

D. La disfunción sexual no se explica mejor por un trastorno mental no sexual o como consecuencia de una alteración grave de la relación u otros factores estresantes significativos, y no se puede atribuir a los efectos de una sustancia/medicación o a otra afección médica. Hay que especificar si es de por vida o adquirido y si es generalizado o situacional. Además, hay que especificar la gravedad actual: leve, moderado o grave.

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM 5TM (APA, 2013) define el bajo interés/excitación sexual femenino cuando se cumplen los siguientes criterios. Nota: en el Criterio A, las tres primeras manifestaciones corresponden al deseo sexual y las tres últimas a la excitación sexual:

A. Ausencia o reducción significativa del interés/excitación sexual femenina, que se manifiesta por lo menos por una de las tres siguientes (del 1 al 3 para el deseo sexual):

1. Interés ausente o reducido en la actividad sexual.

2. Fantasías o pensamientos sexuales o eróticos ausentes o reducidos.

3. Inicio reducido o ausente de la actividad sexual y habitualmente no receptiva a los intentos de la pareja por iniciarla.

4. Excitación o placer sexual ausente o reducido durante la actividad sexual en casi todas o todas las ocasiones (aproximadamente 75%-100%) de la actividad sexual en pareja (en situaciones y contextos concretos o, si es generalizada, en todos los contextos).

5. Excitación o placer sexual ausente o reducido en respuesta a cualquier invitación sexual o erótica, interna o externa (p. ej., escrita, verbal, visual).

6. Sensaciones genitales o no genitales ausentes o reducidas durante la actividad sexual en casi todas o todas las ocasiones (aproximadamente 75%- 100%) de la actividad sexual en pareja (en situaciones y contextos concretos o, si es generalizada, en todos los contextos).

B. Los síntomas del Criterio A han persistido durante unos seis meses como mínimo.

C. Los síntomas del Criterio A provocan un malestar clínicamente significativo en el individuo.

D. La disfunción sexual no se explica mejor por un trastorno mental no sexual o como consecuencia de una alteración grave de la relación (p. ej., violencia de género) u otros factores estresantes significativos, y no se puede atribuir a los efectos de una sustancia/medicación o a otra afección médica.

El circulo vicioso del alejamiento de la pareja

Es frecuente observar, que cuando se da un desajuste en el deseo de los miembros de la pareja el que tiene un mayor nivel de deseo suele iniciar los contactos sexuales con mayor frecuencia de lo que desea el otro. Por su parte, el que tiene un menor deseo sexual puede empezar a percibir al otro como muy demandante y para evitar que siempre terminen en una relación sexual empieza a evitar acercarse físicamente a su pareja y a reducir las caricias o los besos, para que no se interpreten como una muestra de deseo sexual. El de mayor deseo sexual empieza a sentirse rechazado y no tenido en cuenta, percibiendo al otro como extremadamente pasivo y como sometiéndose a sus deseos de relaciones sexuales. De esta forma, cada miembro de la pareja se va sintiendo más separado emocionalmente del otro al no sentirse tenido en cuenta.

Síntomas y trastornos asociados

La disminución del interés por el sexo va frecuentemente asociada a problemas de excitación sexual o a dificultades para llegar al orgasmo. Aunque la falta de deseo sexual puede ser la disfunción más importante o ser la consecuencia del malestar emocional producido por las alteraciones de la excitación y el orgasmo. Sin embargo, hay personas con deseo sexual reducido que conservan la capacidad de experimentar una excitación y un orgasmo normales en respuesta a la estimulación sexual. Muy a menudo, los trastornos depresivos se asocian a una disminución del deseo sexual y el inicio de la depresión puede preceder, coexistir o ser la consecuencia del escaso interés por el sexo. Las personas con deseo sexual hipoactivo pueden tener dificultades a la hora de mantener relaciones sexuales estables, así como insatisfacción matrimonial y problemas de separación.

Causas psicológicas

La propia ansiedad relacionada con el mero hecho de tener relaciones sexuales, ansiedad anticipatoria por temor a no rendir adecuadamente, miedo ante la intimidad, etc. La existencia de sentimientos negativos hacia uno mismo, el deterioro en la autoimagen o que la persona no se encuentre a si misma suficientemente atractiva, suelen ser sentimientos frecuentemente observados en la personas que sufren de deseo sexual inhibido. Otro factor causal, que guarda relación con el funcionamiento habitual de la pareja, es la rutinización de las relaciones sexuales. En este sentido, se observa con frecuencia cómo muchas parejas pierden gran parte del deseo sexual al mantener relaciones sexuales monótonas, llevadas a cabo de la misma manera, en la misma situación y con las mismas consecuencias. También, el escaso tiempo que dedica la pareja a la relación sexual como consecuencia del escaso tiempo disponible para ello o bien por cansancio excesivo, lleva a que se afecte el deseo sexual. La escasez de caricias adecuadas, los pocos estímulos sexuales y la sexualidad tan genitalizada que tienen muchas parejas, es otro de los frecuentes factores encontrados. Cabe mencionar que muchas personas con bajo deseo sexual, sobre todo mujeres, manifiestan que la sexualidad se ha convertido para ellas en una obligación para con su pareja para no sentirse culpables o para evitar un enfado, y se esfuerzan en excitarse sexualmente lo que lleva en la mayoría de las ocasiones a no conseguirlo y a la aparición se sentimientos de fracaso y frustración que impide que se sientan satisfechas sexualmente, por lo que no alimentan su deseo sexual. Finalmente, aunque con ello no se agoten todas las posibles causas, los problemas generales en la relación de pareja suelen afectar de manera significativa el deseo sexual, el sentimiento de falta de intimidad con la pareja, no ser comprendida o escuchada, no sentirse cercana.

Evaluación y tratamiento

A través de lo descrito, hemos podido comprobar que el bajo deseo sexual es una disfunción compleja que se puede originar por multitud de causas y que hace que su tratamiento tenga que ser en un gran número de ocasiones complejo, no existiendo procedimientos específicos sino estrategias de tratamiento aplicables al caso concreto.

El procedimiento recomendable es empezar por la terapia educativa y reestructuración cognitiva para desmontar prejuicios e ideas distorsionadas, para aplicar el paquete terapéutico más adecuado, en dependencia de las causas mantenedoras del trastorno.

Si se observaran causas orgánicas se derivaría al especialista médico adecuado para que le aplicara el tratamiento médico indicado.

El tratamiento está basado en ayudar a la pareja a resolver aspectos generales de su relación de pareja y en la utilización del programa de focalización sensorial como medio para restablecer unas relaciones sexuales insatisfactorias. Además, añadir ejercicios del músculo puboccígeo, el uso de fantasías sexuales, ampliar repertorio de actividades sexuales, recondicionamiento orgásmico, eliminar miedos, ideas erróneas y falsas expectativas. Muchos de nuestros impulsos biológicos básicos precisan de un indicio ambiental que nos dé pie para tomar conciencia de ellos. Por ejemplo, si usted está ocupada y distraída, es muy probable que no se dé cuenta de que tiene hambre hasta que un olor de comida o una mirada al reloj le llamen la atención sobre esta necesidad biológica. Esto sucede aún más con el impulso sexual; se necesita que algo de la vida real nos dé alguna señal para tomar conciencia de nuestras necesidades sexuales. Estas señales incluyen la visión de películas románticas y eróticas, la lectura de libros eróticos y la decisión consciente de tejerse usted misma una fantasía sexual. Asimismo, practique alguna actividad física que la ponga en contacto con su cuerpo, ya sea tomar el sol, bailar, nadar, hacer ejercicio u otra similar. Además, aumente el nivel de afecto físico con su pareja. Se trata de placer sensual y no sexual, y no debe ser el preludio a un contacto sexual. Es decir, aumentar besos y abrazos afectuosos, mirar televisión tomados de la mano o sentados muy juntos, ducharse juntos, salir a caminar, bailar o tomar el sol, practicar juntos un deporte y cosas semejantes.

Si quieres conocer con detalle cómo realizar estas técnicas y tener una guía personalizada y un acompañamiento emocional, no dudes en contactar con Sexología Pamplona

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