Gracias al útero ya estamos en contacto con los órganos sexuales femeninos más allá de la zona tangible, y aunque con éste aún existe la posibilidad de palpar aunque sea una pequeña parte, con los ovarios llegamos a una zona donde ya no podemos tocar nada más.

No obstante, tenemos la posibilidad de estar en contacto energético con los ovarios y eso es tan efectivo como un masaje detallado. Cuanto más conscientes seamos de que el cuerpo, el espíritu y el alma forman una unidad, podremos evidenciar más claramente que no se necesita el contacto físico para tocar nuestros ovarios. La energía sigue a la atención, eso significa concretamente que con la ayuda de nuestra presencia podemos darle un verdadero masaje energético a nuestros ovarios.

En la pared derecha e izquierda de la pelvis, a ambos lados del útero se encuentran los ovarios, tan grandes como una ciruela; en ellos se desarrollan los óvulos. A diferencia de los hombres que desde la pubertad producen hasta dos billones de células espermáticas, las mujeres no producen nuevos óvulos, pues mucho antes de nacer, ya vienen con ellos.

Un feto femenino de veinte semanas de gestación tiene aproximadamente seis o siete millones de células capaces de producir óvulos, de las cuales sólo quedan 400.000 ó 500.000 en el momento del nacimiento.

Los ovarios también producen las hormonas sexuales femeninas, el estrógeno y la progesterona, y en menor cantidad la hormona sexual masculina, la testosterona.

El óvulo se compone de plasma celular claro y es la única célula circular de todo el cuerpo. Su aspecto es similar al del sol con una brillante corona. El óvulo tiene un efecto atractivo sobre el esperma masculino; eso significa que espera a que el espermatozoide sea absorbido por aquél, pero él mismo no contribuye activamente para que esto suceda. Para eso el espermatozoide debe conquistar un camino casi imposible de superar y finalmente sobresalir en el proceso de selección, puesto que para la fecundación del óvulo sólo se permite al mejor.

Durante la eyaculación ingresan a la vagina aproximadamente tres millones de espermatozoides; el cuello uterino empieza a estirarse, se sumerge como una pequeña trompa de elefante en el esperma y lo absorbe. Los espermatozoides avanzan a una velocidad de tres a cinco milímetros por minuto, como pequeños renacuajos contra la corriente por el útero hasta las trompas de Falopio. Según el biólogo celular Hanns Hatt, los espermatozoides tienen sentido del “olfato” y eso los guía y orienta por el camino hasta las trompas de Falopio. Por otra parte, los óvulos expelen un aroma llamado “lilial”, similar al aroma del lirio de los valles*.

Si la ovulación ocurrió cuarenta y ocho horas antes, los espermatozoides se encuentran con el óvulo en cuarenta y cinco minutos en la trompa correspondiente. Los cientifios han descubierto que en ese mismo momento miles de espermatozoides llegan a acoplarse con el óvulo que espera pacientemente, es decir, no se trata de una competencia como a menudo se piensa, sino de un baile conjunto con infinitas posibilidades. No es el primero en llegar a la meta el que entra en el óvulo, sino el más atractivo, aquel con el que la atracción sea más fuerte.

Cuando la célula espermática adecuada se acepta, ambos gametos se unen en un óvulo fecundado (cigoto) y de esta forma termina el proceso de fecundación en la trompa de Falopio.

Ahora se ha consumado el increíble milagro de la creación de la vida humana. Dos células diminutas, espermatozoide y óvulo, se fusionan en una obra única, dos mitades complementarias —femenino y masculino, yin y yang, Shakti y Shiva formando un todo. Desde el primer momento este milagro empieza a desarrollarse y se anidará en el útero; nueve meses más tarde nacerá el bebé.

En el plano energético hay una diferencia importante entre los ovarios y las trompas y el útero. La energía de los ovarios fluye más rápido que la del útero; un ovario sólo necesita catorce días para el proceso de ovulación mientras que un feto necesita nueve meses para alcanzar su madurez biológica.

En nuestros ovarios se desarrollan constantemente ideas con potencial creativo en forma de óvulos, por tanto, los ovarios también poseen gran creatividad que necesita de las mujeres para materializarse.

Al ponernos en contacto con nuestros ovarios, podemos usar esa creatividad en nuestra vida de forma concreta.

Según Maraya Haenen, nuestros óvulos, y en el hombre los espermatozoides, son el lugar donde se almacenan los temas sin procesar. Esa energía fija se almacena en nuestros óvulos para de esa forma poder salir al exterior en la siguiente generación. Algunos de los temas más importantes almacenados allí son: la creatividad, la venganza, el odio, el poder y la impotencia. Cada una de esas formas de energía busca constantemente la forma de expresarse, hasta que lo consigue.  

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